La lucha contra el Narcotráfico es bienvenida y celebrada a pesar de la impunidad conceptual, del enfoque cuantitativo y de secuestros sintomáticos luego de confrontaciones mediáticas.
Sobreactuar la lucha contra el Narcotráfico es tan lamentable como sobreactuar compulsivamente la oposición y las propuestas. Todo fortalece al Narcocrimen.
Mientras la lucha contra el
Narcotráfico fracasó y fracasa en el mundo por no haber entendido que el mismo
es un proyecto de poder, Argentina -a través de las declaraciones de la señora
Ministro de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich- se desprende del mundo y se ubica como
el primer país que cambia una tendencia global.
"Le estamos ganando la batalla a la droga". Frase de
la Ministro que sorprendió no solo a investigadores, dentro de los que me
incluyo, sino también a otros importantes miembros y asesores del Ministerio que de
inmediato, off de récord, mensajearon que no era la misma lectura.
Estoica y enarbolada en un auto convencimiento enternecedor, la
Ministro, quizás a su pesar, tiene mucho del emblemático ex Secretario de
Seguridad Sergio Berni. Quien supo, con sus acciones
simuladas, especialmente en Rosario, honrar al Turismo Aventura y convertirse en el rambo de la gestión K con el atenuante de su impronta militar.
Entre las declaraciones de Bullrich resaltan que "en Argentina no se
consigue droga como antes" y "Que nuestro país ya no es negocio para los
narcotraficantes". Mientras tanto la Sedronar -siempre tergiversada y
enrarecida- así como otras instituciones, Iglesia incluida, destacaron el grave
momento que atraviesa la sociedad en materia de consumo de alcohol, estupefacientes y psicofármacos.
Atrevidos que evidentemente se quedaron con la época pasada y no
supieron escuchar a la Ministro decir que en el país cuesta conseguir droga.
El
mundo necesitaría que la Ministro exporte su plan tan efectivo y precoz. Los
investigadores necesitamos que nos desasne. Necesitamos saber cómo en menos de un año y sin balaceras la
villa 31 ya no tiene más carteles de la droga como expresó que había. Seguro
que la Ministro sabe la diferencia entre cartel y banda de narcotraficantes con perfil de cartel.
Que un cartel, cuando se constituye tiene un poder tal que trasciende la villa
teniendo a su vez una ya consolidada proyección internacional.
Sabrá además que la lucha contra los
carteles es con derramamiento de sangre y que si hay carteles de la droga la
disputa territorial no permite fuerzas de seguridad sin bajas acabadas. Y que
la ocupación en una villa no es equivalente a visitar una tienda comercial.
"Berni vuelva, lo
extrañamos" tal vez en tono de broma y sorna comentan algunos asesores
absortos que deben recurrir al xanax para poder sostenerse en la tergiversación
de un "delirio" sano sostenido en el deseo y no en la realidad.
"Argentina sin narcotráfico" tiene hoy un superávit lógico en secuestro de marihuana con respecto a la cocaína y los precursores químicos. Lógico porque nuestro país limita con el máximo productor que es Paraguay. Mientras tanto el mercado de drogas de síntesis en estado embrionario tiene una proyección en el tiempo a instalarse consagrado.
El trabajo en frontera norte, a pesar de haber dejado a Jujuy, Salta y Formosa más despojadas que antes de fuerzas federales, se olvidó de la frontera oeste. Frontera que sí tuvieron en cuenta para triangular las líneas peruanas y colombianas que buscan imponer las "alas de mariposa" o "alita de mosca" por la olvidada 40 o la llamativa 7.
Ritondo y Ocampo
Acompañan a la Ministro, en la misma
línea de impunidad conceptual, el Señor Ministro de la Provincia de Buenos
Aires Cristian Ritondo y el Señor Martín Ocampo de CABA.
El primero, más simpático y de enojo
menos compulsivo que la Ministro de la Nación incurre, sistemáticamente, en
errores. En confusiones producto de la falta de trabajo de campo, tal vez, de
su equipo.
Sus apreciaciones son inversamente
proporcionales a las de la Señora Gobernadora María Eugenia Vidal. El cuadro
articulado de Cambiemos que tiene la honestidad intelectual de los tiempos y un
sentido de la realidad que a muchos, les molesta.
Ritondo asumió su cargo ponderando la
gestión Granados/Matzkin. Según las fuentes de investigación, por estrategia.
Según las fuentes “malpensadas”, por empatía.
El segundo, por su parte, intenta ser
el ministro de seguridad de una ciudad maquillada. Su ministerio fue “disputado”
por el Señor “Chipi”. Aquel personaje manipulador de los manteros que dirigió,
como si fuese una novela de García Márquez, el operativo de seguridad en el
fatídico barrio de Once.
Ocampo tiene la particularidad de
hacer apariciones breves y olvidables en el marco de una ciudad, la de Buenos
Aires, atravesada por los contrastes y ahora por un bochornoso traspaso
policial del cual reniegan todos.
La policía de la ciudad, según
informantes claves, se siente disfrazada. Desde el interior de la misma
trasciende que se les exige una operatividad para la cual no fueron formados y
que carecen, por si fuera poco, de los instrumentos de trabajo necesarios para
ir, por ejemplo, a un allanamiento. Pero eso sí, tienen lindos autitos. También la mancha de la injusticia de Potocar. A quien le hicieron una cama aquellos que se embanderan en la "orina bendita" poniendo motes obscenos a quién se presente como lo opuesto, en una de esas, a lo que se llama cambio o simulacro.
El único abuso de Potocar fue intentar frenar a los desviadas de siempre. Impedirles "el afano sistemático".
Ahora bien, volviendo al traspaso, si se indaga un poquito, el mismo está colmado de impericias que responden a su precariedad legal así como a vacíos. De ahí los amparos que surgen y la resistencia de federales que son llevados a la policía de la ciudad sin voluntad alguna.
Lo cierto es que en CABA la herencia recibida queda en casa. La ciudad, más allá del PRO,
nunca se preocupó por trabajar en la lucha contra el Narcomenudeo. Una
posibilidad que se tiene para sanear los barrios donde la droga hace
estragos.
Mariconeaban cuando no tenían la policía y ahora que la tienen no saben cómo hacer porque no hay plan estratégico. El único plan es aparecer, como lo hace el Señor Jefe de Gobierno de la Ciudad, Rodríguez Larreta, en la foto. Como lo hizo tras el caos en la 1-11-14 junto a Bullrich. Quien más allá de cualquier diferencia, se cargó la lucha desde el vamos y más allá de la imagen.
CABA cuenta además con la presencia de Prefectura y Gendarmería. Fuerzas federales que se encuentran, espantosamente, fuera de sus lugares de máxima operatividad, luchando contra la venta al Menudeo. Una falta de respeto para su formación así como también para las despojadas todas, provincias de fronteras.
El Cambio hacia la comunicación compulsiva
No se puede refutar y tampoco caer en la necedad que, más
allá de las diferencias, Argentina pasó de un estado de sensación en
materia de inseguridad, así como de reduccionismo al tránsito en materia de
narcotráfico, a un estado de reconocimiento de ambos problemas con acciones que
no se veían desde hacía décadas aunque con una vocación más cuantitativa que
cualitativa.
La negación en la era de la seguridad
entendida como turismo aventura fue funcional al delito. Ahora, la pasión por comunicar, hasta el anillo de seguridad presidencia, alerta a los
delincuentes que buscan terceras vías, vacíos y se mofan ante la jactancia de
una lucha que para el narcotráfico ni siquiera comenzó. Porque su matriz dura,
como relata una fuente, "está tan
intacta como la matriz de la corrupción".
El monopolio mediático como aparato
reproductor compulsivo de conceptos, no sólo evidencia ausencia de trabajo en el terreno, sino
también un profundo desconocimiento, aunque sea teórico, de cómo fue el proceso
del narcotráfico en nuestro país y en el mundo. Entonces se recurre a la construcción de imaginarios. De
expresiones de deseo.
Claros ejemplos:
1- "Paco Cero". El Paco es una
construcción de PBA primero y de Jujuy después que abrió en lo que va del año
2017 dos nuevos mercados larvales en Mendoza y Tucumán. Es decir que no hay un
mercado del paco federal. Nacionalizarlo es un error.
2- Instalar el imaginario del paco en Santa Fe cuando es una
provincia, como la de Córdoba y Entre Ríos, en la que pueden encontrarse apenas
dosis. El negocio del paco en la región centro tiene su bastión en PBA y su
monopolio sagrado lo maneja, según fuentes, los sectores "legales" en
función con las mafias del narco. Igual que confundir en la región del NEA una cocaína de extrema baja pureza con paco.
3- No diferenciar punto de venta de droga, de expendio armado,
búnker y fortaleza que son las distintas fases de la cadena de venta de
estupefacientes.
Todo es concebido como búnker y decir que se derribó
un búnker donde no hay estructura de búnker no le da más volumen a un operativo
sino más ignorancia de campo a un Ministerio.
Se suma, además, que
si hay búnker, hay niño soldado.
4- Hablar de urbanización en lugar de cambio estético en las
villas. Una villa no puede urbanizarse con el narco en su interior porque la
desorganización de la villa es la organización de las mafias. Oximoron.
5- Decir que un le dan paco a los niños para convertirlos en
soldaditos es no tener idea de la composición de ese tipo de niño y de cómo lo
hacen naturalizar la muerte sin tener conciencia de la misma. El niño
consumidor de paco apenas si puede vender al Menudeo. No tiene sostén mental ni
físico para chocar. Eso no quita que no pueda matar porque la droga le quita el
nivel de represión que se debe tener para vivir en sociedad. Es decir, puede
matar pero no como sicario.
Al niño soldado se lo entrena para custodiar y matar. De
consumir, las mafias le administran, en ese mundo siniestro, la droga.
Confunden al niño soldado con los teros, mirillas o campanas.
6- Si hay paco, hay cocinas. Y en los
procedimientos, desde ya celebrados, en el bastión de la criminalidad de CABA,
1-11-14, no aparecieron las cocinas que no forman parte de una invención sino
de una realidad.
7- Llamar cocina al laboratorio y laboratorio a la cocina.
8- El slogan "Argentina sin Narcotráfico".
Una impunidad conceptual de antología
en una concentración retórica en la figura de Bullrich.
A veces, llevan un poco de claridad a los medios, el Secretario de Seguridad Eugenio Burzaco y el
Secretario de Frontera Luis Green.
(Uno de ellos prefiere, según
nuestras fuentes, no ser mencionado por esta escriba)
Las escasas apariciones de ambos para
explicar qué hacen por la seguridad y el narcotráfico desde sus secretarias es
contraproducente, ya que ahí el ministerio se convierte en un camarín de egos y vanidades. El monopolio mediático, según trasciende, fue arreglado por la ministro con el mismo presidente de la nación aunque poco se comprenda y mucho se distorsione. Entonces, ambos
secretarios, cargan con los recordatorios a todo su árbol genealógico de los ministros de seguridad de muchas provincias a las que otro secretario parece prometerles lo que nunca llega. Espiritualidad y las fuerzas federales que les fueron quitadas para concentrarlas en PBA como una conejera.
En la lectura de
su vorágine, el epicentro debe ser ella y no la claridad que solo puede
asentarse en la honestidad intelectual de los tiempos. De planes que tienen
plazos y etapas. Planes incompatibles con las expresiones de deseo también
desarticuladas.
Secretarios confinados a que sus formas de actuar deban ser
relatadas con superlativas imprecisiones por la figura central. Por la
"diva", que casi por inseguridad, acota al resto. Y que instaló un
grueso de ingreso y circulación del narcotráfico por la hidrovía para que la
compra de las megalanchas de guerra no aparezca como una compra forzada. Como
dice otra fuente calificada, "como
un negocio de los que algunos gorrones manotearon algo sin siquiera
intervenir".
Desde el interior del Ministerio circulan reproches. Se
preguntan, con racionalidad, porqué una inversión de tal magnitud para la
hidrovía si la vía terrestre necesita de una inversión igual en tiempo y más urgente.
Son preguntas que solo flotan. Que no tienen respuesta en la
autarquía ministerial.
No obstante, no importa porqué a pesar de que el superávit de
muertos está del lado de los buenos "la
batalla contra las drogas la estamos ganando". Cuando solo con la
Provincia de Buenos Aires, perforada en todas sus áreas, costará al menos una
década remover, si el contexto coopera, a las mafias enquistadas.
La lucha contra el Narcomenudeo
El Señor Presidente de la Nación,
Mauricio Macri, también padece de la información parcial que le aporta el Ministerio
de la purpurina que lo invita a pronunciarse, con desafío y sorna, sobre
algunas provincias construidas como enemigo político. Tal es el caso de
Formosa. Una provincia a la que le pide el Señor Presidente colaboración cuando
la misma entra dentro del combo de provincias que crearon su propia ley
provincial para luchar, como corresponde, contra el narcomenudeo. La expresión
del mercado del narcotráfico primera en perforar el tejido social al desplazar
a la familia del centro de la escena instalando a la droga en el epicentro de
un proyecto de muerte.
Al mismo tiempo, Formosa creó una
Subsecretaría de lucha contra el Narcocrimen a cargo de Bernabé Escobar. Quien
tiene, de acuerdo a informantes, un legajo impecable y que desde que puso en
actividad a la subsecretaría aumentaron los operativos con secuestros sustanciales en los distintos puntos provinciales colaborando en la lucha contra el delito federal.
Pero en la construcción amigo/enemigo, por decisión
ministerial y contra la palabra de algún secretario responsable, la ciudad de Clorinda quedó afuera de los puestos de vigilancia.
Un error, una irresponsabilidad que no solo afecta a Formosa sino también
a todo el país. Una vez más, la frontera vuelve a tener un control selectivo en
lugar de una defensa en bloque.
Por otra parte, Córdoba, Salta, Jujuy, Chaco y Entre Ríos,
también cooperan con Nación en la lucha contra el Narcomenudeo con acciones
concretas. Desde una fuerza policial antinarcotráfico hasta una agencia contra delitos complejos pasando por fiscalías especiales y demás actividades que
revelan una mirada sociológica que busca recomponer, desde los barrios, el
tejido social desintegrado a partir de una lucha integral que intenta, al mismo tiempo, evitar más y nuevas mutaciones delictivas.
Río Negro, La Pampa y Santa Fe, en otro rango, no adheridas a luchar contra el
Narcomenudeo, también llevan adelante acciones concretas que se visualizan en
los datos y en las mejoras dentro de la medición de los PBI regionales como en la medición del PBI nacional.
Ocurre que la seguridad, en Argentina tiene más sostén provincial
que nacional. Son las provincias las que piensan de forma cualitativa
las soluciones entendiendo que lo cuantitativo es y será una consecuencia
natural. Son las provincias, a las que tanto se les pide y que padecen el federalismo retórico, las que trabajan bajo la estructura orgánica de haber comprendido que prevención, es seguridad.