Analizar el Triple Crimen por color político es de una irresponsabilidad
superlativa, así como de un brutal desconocimiento sobre la dinámica de los delitos
complejos.
En Argentina la droga está detrás del 75 al 80% de los
delitos a nivel nacional. Sea por negocio o consumo, la droga es un eslabón que
conecta calamidades que constatan al narcotráfico consagrado en el año 2014.
El caso consterna, pero no sorprende.
Al menos a quienes investigamos y estamos en constante contacto con la dinámica
de las organizaciones criminales que operan desde bastiones maquillados bajo slogans berretas de “Barrios
Seguros”.
Con territorio en La Matanza, Florencio Varela, Bastión
Narcocriminal 1.11.14 y Bastión embrionario 21-24, el encendido criminal nos revela que el tratamiento
analítico debe ser integral. Una muestra contundente de un tejido social desintegrado,
un tejido delictivo empoderado y una lucha reactiva que no mueve la brújula del
delito complejo.
Esto es, aunque muchos se indignen, un Triple Femicidio, pero en
el marco de un combo criminal organizado con todos los valores agregados
extorsivos y de barbarie que se pueden llevar adelante en un campo de anomia.
En el universo narcocriminal, y en el marco de las venganzas
y ajustes de cuentas, las mujeres sufren mayores agresiones que los hombres.
Hay más alevosía, más perversidad, mayores niveles de violencia. Y hasta violaciones.
Mutilaciones, golpes, fracturas, transmisión en vivo de la
barbarie, asesinatos y descuartizamiento. Todas prácticas que responden a la
configuración narcocriminal bajo fusión local-internacional.
Prácticas extorsivas y macabras propias de las líneas peruanas,
paraguayas y mexicanas. “Disciplinamiento” brutal exhibido en redes sociales propio
de las maras centroamericanas.
Un combo atroz de responsabilidades compartidas. Una dinámica
que importa lo peor del continente y que nos vulnera colectivamente.
Algunos puntos que
considerar con relación al triple crimen:
el ejercicio
de la prostitución no significa que la vida valga menos. Que terceros decidan
impunemente sobre la vida.
sí es cierto
que el ejercicio de la prostitución adentra a las personas en un mundo de
opacidad en el que drogas, armas y trata se entrelazan.
el
narcotráfico, así como el narcomenudeo tienen cantidad de delitos conexos.
pasarse de
"vivo" en el mundo del delito tiene costos. La mutilación y/o la vida
forman parte de esos costos.
escalar en la
cadena del narcocrimen no es una decisión individual de abajo. Es una decisión
de las jerarquías y no se hace por detrás. El que se pasa pierde.
las líneas
del narcotráfico peruanas, paraguayas, mexicanas y colombianas en operaciones
tienen sus propios sicariatos.
si está en
CABA está en el primer cordón del Conurbano Bonaerense y viceversa. Existe una
relación dialéctica, de desplazamiento y de delito golondrina entre los
territorios que no debe ser escindidos.
la 1-11-14 no
es un barrio seguro. Es uno de los 5 bastiones narcocriminales más peligrosas
de Argentina y tiene satélites en todo el primer cordón del Conurbano. Los
otros bastiones son el 31, Puerta de Hierro, Puerta 8 y Villa el Nylon. (Los bastiones no se miden por dimensiones sino por complejidades)
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El espectro de
Marco Estrada Gonzales ronda alrededor de los crímenes. Es que las
organizaciones criminales ya no operan como cárteles sino en red. Y el derribo
de una red no determina el derribo del resto de las redes. Las redes no tienen un número definido y responden al narco 2.0. Los hijos de la droga en el marco del negocio. Otros "códigos". Otros niveles. Y un manejo del consumo de drogas sin administración.
Supo importar sus métodos para así armar operaciones de velo y engaño. Y otros conglomerados supieron reproducirlo.
Lo cierto y actual es que Brenda, Morena y Lara fueron parte de un entramado narcocriminal al que tal vez subestimaron. Con droga, con dinero, con información.
Ellas, dentro del universo delictivo en el que estaban, eran “pichonas”. Y claramente no tomaron dimensión de los costos de pasarse e ir más allá del lugar que los mafiosos les habían dado en la estructura. No trataban con un dealer, trataban con una organización trasnacional.
Un mundo en el que se convive con la muerte potencial. Un mundo, en donde por una razón u otra, la muerte es el destino.
Un destino del que
muchos se horrorizan a pesar de ser forjadores de luchas imaginarias o abúlicos
espectadores de una criminalidad fortalecida a la que nos quieren hacer creer
que la combaten con el hallazgo de “droga enfriada”.
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