Un Marero de la 18 preso en
penal de Ezeiza con presuntos vínculos con el Cartel de Sinaloa y una célula de
la Mara Salvatrucha (MS 13) en La Matanza ponen al descubierto la penetración
de dichas organizaciones criminales en Argentina.
Las Maras conforman el
segundo eslabón de la cadena criminal después de las Pandillas. Es un momento
de transición, entre el primer y segundo eslabón, que necesita del respaldo de
bandas de narcotraficantes, ex integrantes de ejércitos de élite y/o Mala
Policía.
Trascender la Pandilla para
integrar una Mara es un desafío y en el desafío está la clave de cómo se
diagramará, a posteriori, el mapa del delito de un país. Así es México por un
lado y Honduras, Guatemala y El Salvador (Triángulo Norte) se vieron amenazados
por las Pandillas hasta quedar como rehenes de Las Maras en un proceso
diabólico que tuvo décadas de construcción y en los cuales, las Maras rivales
MS 13 (Mara Salvatrucha) y M 18 llevan adelante una guerra con derramamiento de
sangre sin límites y con voluntad de extensión permanente.
Las Maras trabajan a su vez
dentro de las cárceles moviendo los hilos del poder que manejan bajo el amparo
de su propio sicariato. Se trata de los llamados “Chuchos” que ofician no solo
de asesinos por encargo sino también como custodios de los mareros.
Las Maras como parte de un
proyecto de poder
En
la tergiversación mundial de la cual, Argentina, no está exenta, el fenómeno de
Las Maras se presentaba como un conflicto emergente de la pobreza y la
marginalidad. Encontrar, en la pandilla, un grupo de pertenencia. Un poder colectivo
que individualmente no se tenía. Una forma de presentarse ante el mundo a
través de una construcción subjetiva que no fue entendida, en su momento, por
muchos investigadores y por muchos políticos que forjaron, por omisión y
negación, una estructura de poder.
Esa
estructura de poder que cambió los usos y costumbres de Centroamérica, más
precisamente del Triángulo Norte Una estructura de poder que utilizó la palabra
Mara desde su formación como pandilla pero que le hizo honor al nombre cuando,
con el apoyo del narcotráfico, pudo arrasar con todo lo que se anteponía a su
paso.
Las
Maras son, sin más, brazos armados de la criminalidad organizada que entre
pactos y traiciones con el Narcotráfico lograron posicionarse no solamente en
el continente americano sino también en países como El Líbano, Australia y
Canadá.
Supieron instalar sus células y fusionarse con el color local que cada
país construye.
Dichas
organizaciones son más que un fenómeno. Son parte de un proyecto de poder que
se presentaba lejano. Casi utópico para América Latina. Mucho más para la
Argentina jactanciosa de progreso. Organizaciones que no sólo no podían llegar
sino que tampoco debían atreverse porque en el imaginario político nuestro país
se perfilaba para otras cosas. Como para quedarse, por ejemplo, en un país de
tránsito de drogas y células internacionales de carteles que fueron perdiendo
poder en sus países de origen.
Sin
embargo, Las Maras, llegaron a la Argentina con la misma jactancia con la cual
se lo negaba. Con la misma opulencia con la que se apuntaba hacia otras cosas.
Y no llegaron hace un año. Llegaron hace más de 10 años. Cuando aún nos encontrábamos
en estado larval en materia de Narcotráfico formando parte del triángulo
embrionario sur junto a Chile y Uruguay. Triángulo que Argentina supo
trascender de manera vertiginosa generando puntos de inflexión importantes
entre los años 2007 y 2008 en el proceso de la criminalidad al consolidarse y
convalidarse los lazos con la actividad delictiva mexicana. y generarse un desdoblamiento,
a su vez, de la penetración de un sector de sendero luminoso a nuestro país que
opera, conforme a fuentes de investigación, entre Jujuy y Buenos Aires.
La MS 13 en el Conurbano
Bonaerense
Entre
los años 2005 y 2006 en el Partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires,
Conurbano Bonaerense, se conformó la primera célula de la MS 13 en Argentina.
Más precisamente en Rafael Castillo.
Con
una base local reclutada por los exonerados de la Policía Bonaerense inclinados
al delito y bajo la liberación territorial de la Mala Bonaerense con la que
tiene que luchar la Buena Bonaerense, se tendió esta primera célula fundada, por “El
Lágrima” –en el universo Maras, la palabra lágrima cuando se tatúa se relaciona
con la cantidad de muertos en su haber que tiene el marero- que dejó su sello
en el extenso partido bonaerense pero con la astucia de no etiquetar a sus
“soldados” con tatuajes referenciales a la Mara en cuestión.
Lo
cierto es que dicha célula conformada por jóvenes de entre 12 y 18 años fue
creciendo bajo el amparo de una omisión connivente frente a la falta de
políticas de seguridad que arrastra la Provincia de Buenos Aires desde hace
décadas. Así es como la misma célula, pequeña pero contundente para lo que es
una Mara, tiene alrededor -de acuerdo a la investigación empírica y a las
fuentes de investigación- de 570 adeptos distribuidos por todo el Partido de La
Matanza, con posibles clicas en San Martín, Lanús, Morón y Moreno.
Puerta
de Hierro y La San Petersburgo en La Matanza son dos reductos de alta
peligrosidad en donde la Anomia es la
que marca el pulso de los días de furia y en donde parte de la célula de la MS
13 realiza, de acuerdo a informantes, trabajos vinculados al menudeo y al cobro
de peajes para pasar por determinadas zonas además de hacer culto a la nueva
mutación del delito asentada sobre la lógica extorsiva.
Esta célula de la Mara
Salvatrucha, al mismo tiempo, ya se desplazó a otros puntos del Conurbano,
dentro de la misma Matanza, como es el caso que hoy es noticia en Villa Celina y
hacia otros partidos con vínculos estrechos con la línea de narcotraficantes
peruana que opera en nuestro país con base local y que tiene, su bastión de
impunidad y acopio, en la Villa 1-11-14, CABA.