La Inseguridad encasillada, por capricho y conveniencia, como una construcción social.
"... la guerra es el dominio de la vida o de la muerte". Sun Tzu.
La ausencia
está presente. Se siente en la enrarecida atmósfera que prolonga un desasosiego
intenso. Una crisis que tendría que avizorar un cambio de paradigma. Una metamorfosis
de este estado abúlico que genera sinsabores y exhibe, en cada discurso, en
cada acción, una jactancia de ser.
Una
alevosía sobre la negación de la realidad, que desde arriba, quieren
convertirla en ficción. Buscan instalar, mediante la tergiversación de los
hechos o la brutal omisión de los mismos, que hay un 46% de argentinos que
crearon, en sus imaginarios, una marginalidad.
La
marginalidad que trae la Inseguridad. Porque lejos de ser, la Inseguridad, un
producto de la pobreza, es en realidad la generadora de la miseria. De una
miseria colectiva que nos ha convertido en sujetos que esperan.
Y ya, casi
con letargo, se mendiga, sin éxito alguno, una Seguridad en todas las esferas
de la vida.
Sin
embargo, el reclamo social tiene la respuesta del silencio y cuando no, la
respuesta que denigra. Que subestima el intelecto y que hace, de los hechos
concretos, un marketing de supuestas culpas pasadas. Es que de un tiempo a esta
parte, Argentina, es el paraíso. El paraíso que no contiene pecado. En donde la
serpiente no está al acecho. Sin embargo, el cajón está repleto de manzanas
podridas.
El cajón,
que hoy es la totalidad del territorio argentino, está plagado de delincuentes
locales y de aquellos que arribaron -al Norte que parecía olvidado- para crear
una estructura. Un cuerpo armado. Una alineación física de individuos
sometidos a la capacitación del uso de armas. Al entrenamiento logístico. Al
estudio del terreno.
El Crimen
Organizado, en su versión de Carteles de la Droga y Maras, sintió el “llamado”
de una Argentina liberada y no se hizo esperar. Acudió a la “cita” y como
invitados, trajeron todo lo necesario para expandir sus células y crear nuevas.
Había instrumental humano local potable.
Los
embriones fueron regados para tales fines.
Había mano
de obra desocupada. Ignorantes muy fáciles de coptar para armar una fuerza de
choque. Una “milicia” paralela no institucionalizada pero lo suficientemente
preparada para digitar los pasos a seguir, una vez que la droga adquiere el
aroma del color local.
Aunque
también es cierto, que Argentina, ya no es solo un país de tránsito. También,
produce.
Tiene sus
cocinas. Sus centros. Su distribuidoras que van del Norte y tiene su destino
final en CABA y La Provincia de Buenos Aires.
El desvío: Panorama Centroamericano.
Mientras El
Salvador coquetea con un llamado de Paz de La MS 13 y La M 18, su Presidente Funes, en connivencia sumada a obvia inoperancia de gestión, pretende instalar una
reducción de los homicidios. Cuando lo real, es que los homicidios son los
mismos, solo que ahora, los cadáveres no se muestran. Se los tiran a fosas
comunes cavadas en las fronteras o en las afueras de la Ciudad.
Las Maras
distraen. Desvían la atención. Endulzan los oídos. Arman su discurso conforme
a lo que se desea escuchar.
Pero en El
Salvador, la paz, es un fetiche que solo se alimenta para afianzar la fusión
que apunta a controlar toda la región fragmentada en el fracaso compulsivo de políticas Anti Violencia.
La fusión, que es como una poción de veneno para cualquier país que quiera
salvaguardarse de la tragedia de las Mafias. NARCO MARAS.
Nacional y Popular
Argentina,
a través del simulacro Nacional y Popular y bajo el velo de la Inclusión,
devino en un centro de patológicas inclinaciones hacia el Mal. A copiar lo peor
de la Región sin capitalizar, con inteligencia, las desinteligencias Centro y
Latinoamericanas que han transformado a sus sociedades en rehenes de sistemas
violentos en donde la barbarie ya forma parte del escenario cotidiano.
En la
confusión de Democracia y Represión se fomenta la toma de los colegios,
contribuyendo a un vaciamiento de las aulas que solo estimula ignorancia.
Se fogonea la Inseguridad por medio del aberrante discurso de estar, los argentinos idiotas, embebidos en un estado de sensación.
El delito, más allá de los comentarios acomodaticios, no disminuyó. El delito, mutó a Organización Criminal.
Convergen, en Argentina, los aparatos delictivos que comenzaron a sentirse resaca en sus países de origen.
ESTADO DE SENSACIÓN
La penetración del
Narcotráfico es una sensación.
El homicidio de
Eugenia Ledesma en La Matanza, en manos de Maras, es una sensación. (Primer
homicidio en 2006 con rasgos de la MS13 en Argentina. Rafael Castillo.)
La tragedia de Once
es una sensación.
El homicidio de
Candela atravesado por las Mafias Narcos que merodean Villa Corea con conexión
cancelaría directa, es una sensación.
La salida de presos
es una sensación.
El crimen de
Gonzalo Acro es una sensación.
El homicidio de
Santiaguito, el bebe chino, encontrado en La Matanza, es una sensación.
El asesinato de
Wanda Taddei es una sensación.
La desaparición de
María Cash.
El homicidio de
Marquitos.
Y así una
lista interminable atravesada, en su gran mayoría, por la presencia del
Narcotráfico. De niños empujados a la desgracia por ajustes de cuentas mafiosos.
Claro, es
la sensación que los argentinos y los familiares de las víctimas tenemos. La
sensación de que a los muertos los matan, primero, los asesinos y después, los
vuelve a matar la Injusticia que premia con Impunidad.
Entonces
los casos vuelven a foja cero. Van presos por equivocación. Entra uno y sale
otro. Fomentan el caos y la indignación dejando salir a los presos para ir a “jugar”.
Parece que a ellos también debemos
incluirlos sin importar que sean el motor de la desintegración de la familia
como célula de la sociedad.
No interesa
si son violadores, asesinos o instigadores del Feminicidio que apunta a ser
espejo de Ciudad Juárez. Hay que
hacerlos parte. Acunarlos. Ellos, tan solo se equivocaron.
Silencio
El silencio
legitima.
La ausencia
de respuestas, es la presencia del aval. Es la complicidad que hace que nuestro
país huela a podrido. Que Santiago del Estero sea una provincia de desembarco
de cargamento de estupefacientes pero que no se diga. Y que la ruta 9 esté
desprovista de controles, solo por antojo.
Que en
Salta aparezcan mujeres muertas y digan que son hechos aislados.
Que
aparezcan restos óseos como si fuese algo natural. Al costado de la ruta. En un
descampado.
Personas
ahorcadas.
Se cosechan
cadáveres bajo el estado de sensación, al tiempo que sube la térmica de una
Sociedad quebrada en su tejido y asqueada de manipulación.
Sin
embargo, para los grandes grupos de poder -que permitieron el traslado de la
Guerra Narco México Colombiana al país- lo que se difunde forma parte de una
construcción social. Nada es real. Es un film que construimos día a día. Y así
lo van a sostener. Porque el precio de la renta, es la muerte.
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