El desborde intelectual Abraham Gak frente a la inseguridad y Las Maras.
Déficit teórico
El cuestionamiento a cerca de las políticas de “mano dura” para combatir la inseguridad, son algunas de las cuestiones que se asientan en una mesa de debate heterogénea que aún no tiene en claro como combatir el problema. La falta de brújula en las mentalidades se debe a la eterna confusión -tantas veces analizada en este espacio- entre Pandillas, Maras y Tribus Urbanas.
Confusión que no hace más que profundizar el conflicto, ya que estos grupos, divergentes en su interior pero con el común denominador del sentimiento de pertenencia, emergen por distintos motivos.
El vacío de Gak
En uno de los últimos periódicos que surge en la Argentina de estos tiempos –Miradas al Sur- y bajo el velo progresista, la tendencia sostenida es denostar todo aquello que tiene que ver con las normas y las reglas. Palabras que, en el imaginario de Miradas, son sinónimos de fascismo y represión. De autoritarismo.
Ayer domingo 22 de marzo, el periódico publica una nota titulada ¿Maras en Argentina? La firma un Profesor Honorario de la UBA, Abraham Gak.
El disparador de la nota, de acuerdo a su comienzo, se produce a partir de las declaraciones de Susana Giménez luego del asesinato de su decorador, Gustavo Damián. Declaraciones polémicas, controvertidas y en algunos casos, poco felices si se considera, como se ha escrito en este blog y en Informes de Medios, que la diva ausente no está en condiciones de sostener intelectualmente sus dichos.
El autor de la nota no la menciona explícitamente. Lo hace, de manera implícita y cayendo en la típica obviedad del ninguneo. Como si no nombrarla, fuese sinónimo de quitarle identidad. Sin embargo, SU aunque sea lamentable, tiene más relevancia e ingerencia que aquellos eruditos que arman círculos de discusión en cafés para discutir la agotadísima teoría de la cosificación del sujeto en el capitalismo; el problema de la lucha de clases, las añoranzas de una revolución frustrada y los criterios sobre el ascenso social.
El Profesor emana indignación cuando Giménez manifestó que quien mata debe morir. Más que indignarse, el académico, debería explicar que en una Argentina de justicia maleable o volátil, la pena de muerte se presenta como un concepto límite (Ver nota Fama e inseguridad en http://www.informesdemedios.blogspot.com/)
Gak cuestiona, con criterio, que la diva haya dicho que los DD. HH sean una estupidez. Desde ya, que no lo son. Lo atrasado aquí, es que los Derechos Humanos sean selectivos. Que les correspondan –conforme a lo transmitido en la retórica y en la práctica- a los desaparecidos, a las abuelas y a las madres de Plaza de Mayo. O bien, a los piqueteros que se encuentran en el aparato gubernamental.
La última crítica se asienta en la reducción de la edad de imputabilidad de los jóvenes. En ese punto, el honorario, elegido como Defensor del Pueblo de Morón, se pone enérgico y distorsiona un poco lo que se plantea. Es decir, el tema de la baja de imputabilidad existe antes de que “la estrella televisiva”, como él la llama, salga a los medios a opinar sobre éste y otros puntos.
Crimen y castigo es una premisa que tiene que ponerse en práctica. Sucede, que si el delincuente joven no recibe un castigo proporcional a su delito, con el tiempo, se convertirá en un asesino que conformará, como ya muchos lo hacen, el estado embrionario de Maras en Argentina. O bien, el triángulo Maras centroamericano.
Gak es el director del proyecto estratégico Plan Fénix integrado por un grupo de economistas e intelectuales de la Universidad de Buenos Aires.
De espíritu crítico, como se lo catalogó en Página 12, el economista tiene, entre sus aptitudes, saber manipular los hechos sociales y la conciencia colectiva. Ingresa, estratégicamente, en el juego de la pobreza al registrar lo alarmante que es pretender instalar en el imaginario social la estigmatización de los jóvenes delincuentes.
Veámos. La estigmatización, en las teorías sociológicas, no es el término rigurosamente correcto para este tratamiento. Se utiliza pero requiere de su complemento mediato.
El concepto que debe utilizarse para definir al delincuente y/o criminal es la etiqueta, puesto que es la sociedad la encargada de etiquetar a un individuo como delincuente. Es por ello que se le recomienda al Defensor, leer a Howard Becker para que su próximo material contenga la especificidad que se necesita para abordar estos temas sin caer en reduccionismos y parcialidades por desconocer la Sociología de la Desviación y las Teorías del Etiquetamiento.
“Preocuparse por entender su accionar violento”. Frase aceptable una vez que el delincuente tiene una pena concreta y funcional. Sin importar si es, o no pobre.
El pobre victimario no puede convertirse en víctima. Tampoco el pobre puede, por un lado, ser la víctima de un gobierno que los toma como instrumento funcional de campaña para tapar la penetración del Narco y por otro lado, de algunos pensadores que los utilizan para satisfacer sus deseos de estadistas poco iluminados.
En cuanto a la existencia de Las Maras en Argentina, la mirada de Gak es, sin duda alguna, una mirada al vacío que se esfuerza en explicar algo que no tiene claro.
La ingenuidad en él pasa por pensar que existen Maras en Argentina con características propias como consecuencia “de la pobreza estructural, la desaparición del Estado Benefactor, el fracaso de la escuela, la disolución de la familia, etc” Esta explicación, se ajusta, relativamente, a las Pandillas.
A las Maras, no.
Entonces, para mitigar la mirada al vacío del Sr. Abraham sobre un tema (Las Maras) que toca de oído, el blog realiza en el próximo apartado, un aporte más a la ignorancia revestida de seriedad y conocimiento empírico.
Aporte a la ignorancia
1) Una pandilla es una agrupación de jóvenes que se inician, desde la temprana edad, en la vida en las calles aunque teniendo, muchos de ellos, un hogar. En la pandilla se conjugan individuos provenientes de la marginalidad con otros que tienen educación escolar y un pasar económico de medio a bajo. Aunque también, actualmente, existen las pandillas de elite conformadas por chicos de clase alta que encuentran poder dentro del grupo pero, fundamentalmente, en las abultadas billeteras de sus padres.
Bandas de chicos que se dedican al narcomenudeo, hurtos, robos y cuando ya se encuentran en la instancia de querer trascender a la agrupación, se inician en el crimen vinculándose con los altos grupos del Narcotráfico que encuentran en ellos aptitudes para ser formados.
2) La Mara es lo sofisticado. Es la estructura de poder conformada por hombres de edad más avanzada que copta menores para entrenarlos y hacer que, paulatinamente, penetren en el narcoterrorismo.
Vinculadas a los ejércitos por haber participado en ellos o bien, por ser espías dentro de los mismos, los Mareros manejan grandes sumas de dinero que les deja el tráfico de drogas. Especialmente, la cocaína y la heroína.
Utilizan armas de guerra y se movilizan por el dominio de las fronteras así como por el copamiento de los espacios aún vírgenes en materia de inseguridad o propicios, como Argentina, Uruguay y Chile.
3) Las Tribus Urbanas, por su parte, se presentan ante el mundo bajo el cliché del mundo cruel. Nuevos encendidos juveniles desencantados de la realidad cuyo mayor mérito es haber aprendido a subir una foto a Internet o sentarse a llorar en una plaza.
Déficit teórico
El cuestionamiento a cerca de las políticas de “mano dura” para combatir la inseguridad, son algunas de las cuestiones que se asientan en una mesa de debate heterogénea que aún no tiene en claro como combatir el problema. La falta de brújula en las mentalidades se debe a la eterna confusión -tantas veces analizada en este espacio- entre Pandillas, Maras y Tribus Urbanas.
Confusión que no hace más que profundizar el conflicto, ya que estos grupos, divergentes en su interior pero con el común denominador del sentimiento de pertenencia, emergen por distintos motivos.
El vacío de Gak
En uno de los últimos periódicos que surge en la Argentina de estos tiempos –Miradas al Sur- y bajo el velo progresista, la tendencia sostenida es denostar todo aquello que tiene que ver con las normas y las reglas. Palabras que, en el imaginario de Miradas, son sinónimos de fascismo y represión. De autoritarismo.
Ayer domingo 22 de marzo, el periódico publica una nota titulada ¿Maras en Argentina? La firma un Profesor Honorario de la UBA, Abraham Gak.
El disparador de la nota, de acuerdo a su comienzo, se produce a partir de las declaraciones de Susana Giménez luego del asesinato de su decorador, Gustavo Damián. Declaraciones polémicas, controvertidas y en algunos casos, poco felices si se considera, como se ha escrito en este blog y en Informes de Medios, que la diva ausente no está en condiciones de sostener intelectualmente sus dichos.
El autor de la nota no la menciona explícitamente. Lo hace, de manera implícita y cayendo en la típica obviedad del ninguneo. Como si no nombrarla, fuese sinónimo de quitarle identidad. Sin embargo, SU aunque sea lamentable, tiene más relevancia e ingerencia que aquellos eruditos que arman círculos de discusión en cafés para discutir la agotadísima teoría de la cosificación del sujeto en el capitalismo; el problema de la lucha de clases, las añoranzas de una revolución frustrada y los criterios sobre el ascenso social.
El Profesor emana indignación cuando Giménez manifestó que quien mata debe morir. Más que indignarse, el académico, debería explicar que en una Argentina de justicia maleable o volátil, la pena de muerte se presenta como un concepto límite (Ver nota Fama e inseguridad en http://www.informesdemedios.blogspot.com/)
Gak cuestiona, con criterio, que la diva haya dicho que los DD. HH sean una estupidez. Desde ya, que no lo son. Lo atrasado aquí, es que los Derechos Humanos sean selectivos. Que les correspondan –conforme a lo transmitido en la retórica y en la práctica- a los desaparecidos, a las abuelas y a las madres de Plaza de Mayo. O bien, a los piqueteros que se encuentran en el aparato gubernamental.
La última crítica se asienta en la reducción de la edad de imputabilidad de los jóvenes. En ese punto, el honorario, elegido como Defensor del Pueblo de Morón, se pone enérgico y distorsiona un poco lo que se plantea. Es decir, el tema de la baja de imputabilidad existe antes de que “la estrella televisiva”, como él la llama, salga a los medios a opinar sobre éste y otros puntos.
Crimen y castigo es una premisa que tiene que ponerse en práctica. Sucede, que si el delincuente joven no recibe un castigo proporcional a su delito, con el tiempo, se convertirá en un asesino que conformará, como ya muchos lo hacen, el estado embrionario de Maras en Argentina. O bien, el triángulo Maras centroamericano.
Gak es el director del proyecto estratégico Plan Fénix integrado por un grupo de economistas e intelectuales de la Universidad de Buenos Aires.
De espíritu crítico, como se lo catalogó en Página 12, el economista tiene, entre sus aptitudes, saber manipular los hechos sociales y la conciencia colectiva. Ingresa, estratégicamente, en el juego de la pobreza al registrar lo alarmante que es pretender instalar en el imaginario social la estigmatización de los jóvenes delincuentes.
Veámos. La estigmatización, en las teorías sociológicas, no es el término rigurosamente correcto para este tratamiento. Se utiliza pero requiere de su complemento mediato.
El concepto que debe utilizarse para definir al delincuente y/o criminal es la etiqueta, puesto que es la sociedad la encargada de etiquetar a un individuo como delincuente. Es por ello que se le recomienda al Defensor, leer a Howard Becker para que su próximo material contenga la especificidad que se necesita para abordar estos temas sin caer en reduccionismos y parcialidades por desconocer la Sociología de la Desviación y las Teorías del Etiquetamiento.
“Preocuparse por entender su accionar violento”. Frase aceptable una vez que el delincuente tiene una pena concreta y funcional. Sin importar si es, o no pobre.
El pobre victimario no puede convertirse en víctima. Tampoco el pobre puede, por un lado, ser la víctima de un gobierno que los toma como instrumento funcional de campaña para tapar la penetración del Narco y por otro lado, de algunos pensadores que los utilizan para satisfacer sus deseos de estadistas poco iluminados.
En cuanto a la existencia de Las Maras en Argentina, la mirada de Gak es, sin duda alguna, una mirada al vacío que se esfuerza en explicar algo que no tiene claro.
La ingenuidad en él pasa por pensar que existen Maras en Argentina con características propias como consecuencia “de la pobreza estructural, la desaparición del Estado Benefactor, el fracaso de la escuela, la disolución de la familia, etc” Esta explicación, se ajusta, relativamente, a las Pandillas.
A las Maras, no.
Entonces, para mitigar la mirada al vacío del Sr. Abraham sobre un tema (Las Maras) que toca de oído, el blog realiza en el próximo apartado, un aporte más a la ignorancia revestida de seriedad y conocimiento empírico.
Aporte a la ignorancia
1) Una pandilla es una agrupación de jóvenes que se inician, desde la temprana edad, en la vida en las calles aunque teniendo, muchos de ellos, un hogar. En la pandilla se conjugan individuos provenientes de la marginalidad con otros que tienen educación escolar y un pasar económico de medio a bajo. Aunque también, actualmente, existen las pandillas de elite conformadas por chicos de clase alta que encuentran poder dentro del grupo pero, fundamentalmente, en las abultadas billeteras de sus padres.
Bandas de chicos que se dedican al narcomenudeo, hurtos, robos y cuando ya se encuentran en la instancia de querer trascender a la agrupación, se inician en el crimen vinculándose con los altos grupos del Narcotráfico que encuentran en ellos aptitudes para ser formados.
2) La Mara es lo sofisticado. Es la estructura de poder conformada por hombres de edad más avanzada que copta menores para entrenarlos y hacer que, paulatinamente, penetren en el narcoterrorismo.
Vinculadas a los ejércitos por haber participado en ellos o bien, por ser espías dentro de los mismos, los Mareros manejan grandes sumas de dinero que les deja el tráfico de drogas. Especialmente, la cocaína y la heroína.
Utilizan armas de guerra y se movilizan por el dominio de las fronteras así como por el copamiento de los espacios aún vírgenes en materia de inseguridad o propicios, como Argentina, Uruguay y Chile.
3) Las Tribus Urbanas, por su parte, se presentan ante el mundo bajo el cliché del mundo cruel. Nuevos encendidos juveniles desencantados de la realidad cuyo mayor mérito es haber aprendido a subir una foto a Internet o sentarse a llorar en una plaza.
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