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Entendido como un
proyecto de poder, el Narcotráfico, en su versión micro - Narcomenudeo- alteró
de manera visible la dinámica tradicional del barrio distorsionando sus
intereses así como sus usos y costumbres a través de la confección de un velo.
Ocurre, que la instalación de las
mafias del micro mercado de estupefacientes en los barrios, es acompañada de la
construcción ficticia de un tendido de lazos de solidaridad en donde en
apariencia, dichas mafias, se ponen al servicio de la comunidad.
Se trata de organizaciones delictivas que buscan generar
una estructura de confianza para poder crecer en el espacio recibiendo la
legitimidad de sus habitantes. Aquellos que encontraron, desde el lugar genuino y luego del primer despojo del sistema, un sentimiento de pertenencia en el barrio que muta.
El narcotraficante, en la venta al Menudeo, se convierte en un proveedor más allá de la droga. Se embarca, en la misma perversidad que tiene la ingeniería narco criminal, en una "cruzada" por satisfacer aquellas necesidades, muchas veces básicas, de las que se carece
por ausencia del estado.
Un ejemplo claro de ello fue, y aún
sigue siendo, Sinaloa en México.
Los habitantes, de manera voluntaria o involuntaria, quedan a disposición de las
bandas organizadas. Algunos por haber aceptado, casi con ingenuidad, alguna utilidad, algún tipo de bienestar. Y otros, simplemente, por estar dentro del mismo hábitat.
Hacia la construcción del líder
Se genera la construcción de un
líder. Ese líder que a través de sus seleccionados brazos ejecutores proveerá a las poblaciones de bienes materiales y de protección. Una protección alterada
en su percepción y realidad, puesto que a ciencia cierta, el narco protege a la
población del narco mismo.
Mientras las poblaciones no se
replieguen a dicha presencia el narco les garantiza estabilidad y el fetiche de
la paz.
El repliegue, de producirse, solo
generará derramamiento de sangre y más atrocidad.
El narco instalado construirá casas e
incluso escuelas. Y al igual que los terroristas resaltarán esas acciones como
sobresalientes. Acciones que, en el tráfico de información, dicen no ser
resaltadas por los analistas, por los investigadores.
La tergiversación vuelve a adueñarse
de la realidad. El capital cultural es la violencia bajo un velo solidario.
Los vecinos del barrio comienzan a
configurarse, en el imaginario colectivo, una figura idílica, carismática.
Proveedora. Resolutiva de los problemas que no encontraron respuestas en el
Estado. No atienden, muchos de ellos, que a los problemas de siempre se los sumó un proyecto de poder: Narcomenudeo.
Convivir con el enemigo bajo el simulacro de amigo.
Sin embargo, en el inconsciente
colectivo, ronda la imagen sangrienta del narcotráfico más allá de las
“bondades” estratégicamente programadas. “Bondades” que son elevadas a la
categoría de santas. Arraigadas a la cultura.
El narcotráfico instalado estoico y
legitimado en las contradicciones demuestra que el miedo es un arma de poder
que conquista.
Terror y droga
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El terrorismo es también un proyecto
de poder que actúa casi enlazado al poder del narcotráfico.
La Triple Frontera es un punto rojo,
neurálgico y corrupto en donde dichos proyectos se debaten entre la
inteligencia criminal, las alianzas, los vasos comunicantes, el refugio de "arrepentidos" y la estrategia de
avanzar, según fuentes de investigación, hacia el interior cuando las
necesidades del proyecto lo requieran.
Esto significa que existe una alianza
extravagante entre droga y terror que marca no solo el pulso cotidiano de la
Triple Frontera sino que también, por sus roles comunicantes, el ritmo diario de los barrios. En donde el Narcomenudeo, como base primaria del
Narcotráfico, ejerce su rol experimental, de testeo poblacional y estatal (así como de decantación y nuevas demandas de drogas) para
ver cuáles son los déficit que pueden cubrir para iniciar la estrategia de
penetración y expansión.
El circuito es violento y por ende
inseguro para las poblaciones en estado naturaleza. A la espera de lo peor. De
todos contra todos hasta que llega un instrumento voraz "benefactor".
La construcción del líder se presenta como una
necesidad para pasar de lo simbólico a lo real aunque lo real, en el mediano y
largo plazo, muestre sus peores costos.
Dicho peligro de penetración y
posterior construcción deben ser prevenidos y cuando no -por instalación- combatidos. Por eso
mismo, la lucha contra el Narcotráfico y la lucha contra el Narcomenudeo no
deben ser vistas como luchas antagónicas y/o superpuestas sino todo lo
contrario, deben entenderse como luchas complementarias.
De lo macro a lo micro y de lo micro a la macro. Atendiendo a que la droga como enfermedad es la base primaria de la droga como delito y por ende, la prevención, entendida como seguridad, debe ir por dos canales: Salud y Delito.