El dinero es la columna vertebral del narcotráfico y la
droga un medio.
La lucha contra el narcotráfico debe ser abordada desde lo
cualitativo y no desde lo cuantitativo. Esto último es una consecuencia de lo
primero.
Se trata de ser rigurosos y cuidadosos en los conceptos
porque la tergiversación o la desinformación sobre un tema pueden forjar una
situación que se encuentra en estado larval.
Eso ocurre con el narcotráfico. Con ese flagelo que tuvo en
Argentina distintas etapas hasta consagrarse en el año 2014 con el estoicismo
que la Anomia le proporcionó agudizando la perforación del tejido social
fundamentalmente en su expresión micro conocida como Narcomenudeo. Versión del narcotráfico que cambió los usos y
costumbres del barrio acercando la droga no sólo a los sectores más vulnerados,
también a los de niveles socio económicos más altos.
Porque la droga no distingue
espacios ni economías. Lo único que cambia es la estética. El daño es el
mismo.
Salimos de la comodidad del escritorio que tiene su techo.
Asimilamos todo el conocimiento necesario para que errores teóricos no nos
habiliten errores prácticos. Empezamos a construir teoría pero a partir del
trabajo de campo. Nos enfocamos en la observación directa. En algunos casos en
la interacción. Nos nutrimos de las entrevistas abiertas.
Recogemos testimonios, no los inventamos. Tomamos una muestra
contundente y comenzamos a cruzar variables para que las mismas nos indiquen el
estado de situación en el cual se encuentra nuestro país.
Desplegamos el mapa y hacemos un recorrido por provincias
para ver cómo se encuentran las regiones. Constatamos o refutamos hipótesis a través
de la observación misma así como mediante la consulta a informantes claves. Obtenemos
un diagnóstico delictivo pero también social. Con ambos diagnósticos elaboramos
planes de seguridad, de avance sobre el narcotráfico y de desarrollo humano
integral.
Tres planes que requieren de funcionamiento unísono y de
conocimiento del terreno.
Conocemos cuáles son las vías de acción del tráfico de
drogas. Sus gruesos a nivel nacional y como se modifican, lógicamente, en
espacios micro.
Indagamos sobre las drogas que tienen un mercado grueso en
nuestro país. La cocaína y la marihuana son las que predominan pero también
existen otras que aún no están masificadas o aún se encuentran en proceso de masificación por lo cual tienen costos más
elevados.
Nos adentramos en el mundo de las drogas de diseño y
entendemos tras la investigación y los testimonios que no podemos permitir que
las mismas se conviertan en el Paco de la próxima década permitiendo que el
mercado crezca hasta tener un alcance colectivo que “invite”, posteriormente, a
su rebaje. A la “degradación” de la droga misma. Que el rebaje se convierta en
una mayor accesibilidad a la misma y que la heroína pueda penetrar, por
decantación de consumo y abulia en prevención, en nuestro país.
Debemos ser responsables. No
estamos, los investigadores, ni para maximizar ni para minimizar un problema.
Estamos para alertar y prevenir. Y por supuesto, para llevar soluciones a todos
aquellos que tienen la permeabilidad y el poder de ejecución de las mismas. Además de la decisión política para evitar el epílogo.
Argentina se encuentra en la antesala del narco estado y eso
hace que no pueda ser permisiva ni tolerante con ninguna de las vertientes del
Crimen Organizado.
En lo que al narcotráfico respecta no se puede subestimar
recursos humanos del flagelo ni piezas del circuito.
La responsabilidad institucional debe primar. Y no se puede
caer en la brutal ignorancia de decir que una droga se constituyó en mercado
cuando el punto de referencia son dos barrios y una supuesta docena de casos.
Ahora bien, que una droga no esté constituida como mercado
no significa que no se deba prevenir su constitución impidiendo el ingreso de
la misma y/o la elaboración en “cocinas” que forman parte de un proyecto de
muerte.
Instalar una sustancia en un lugar sin que la misma sea un
grueso -solo representada en dosis y casos aislados que apenas pueden constituirse como
referencia pero sí como indicador de alerta- es una forma de forjar el crecimiento de dicha droga abriéndole al
flagelo, que siempre tiene una tercera vía, la posibilidad de querer
introducirse con esa droga.
Se le ahorra el trabajo del testeo difundiendo información
tergiversada y maximizada en la ignorancia cuando en realidad, lo que hay que
hacer es trabajar sobre el consumidor y evitar, con prevención y
desarticulación, que una droga crezca en un lugar que apenas si es un embrión.
Es, la falta de trabajo en el territorio, lo que genera este
tipo de desaciertos. La ausencia de conocimiento permite configurar en el imaginario
colectivo que el narcotráfico se amedrenta con el tráfico de data berreta cuando por
el contrario se fortalece en lo micro y macro. Se asienta. Se
arraiga frente al desconocimiento que lo potencia en su voracidad.